SAN JOSÉ
Acordaos
Acordaos, oh castísimo esposo de la Virgen María y amable protector mío San José, que jamás se ha oído decir que ninguno haya invocado vuestra protección e implorado vuestro auxilio sin haber sido consolado. Lleno, pues, de confianza en vuestro poder, ya que ejercisteis con Jesús el cargo de Padre, vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos con todo fervor. No desechéis mis súplicas, antes bien acogedlas propicio y dignaos acceder a ellas piadosamente. Amén.
Oración a San José dormido
Oh San José, eres un hombre muy favorecido por el Altísimo. El ángel del Señor se te apareció en sueños, mientras dormías, para advertirte y guiarte en el cuidado de la Sagrada Familia. Eras silencioso y fuerte, un protector leal y valiente.
Querido San José, mientras descansas en el Señor, confiado en su poder y bondad absolutos, mírame. Por favor, toma mi necesidad (mencione su solicitud) en tu corazón, sueña con ella y preséntasela a tu Hijo. Ayúdame entonces, buen San José, a escuchar la voz de Dios, a levantarme y actuar con amor. Alabo y agradezco a Dios con alegría. San José, te amo. Amén.
Oración "Que nunca falla"
Oh San José, cuya protección es tan grande, tan fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios, a ti confío todas mis intenciones y deseos.
Ayúdame, San José, con tu poderosa intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, te tribute mi agradecimiento y homenaje.
Oh San José, yo nunca me canso de contemplarte con Jesús adormecido en tus brazos. No me atrevo a acercarme cuando Él descansa junto a tu corazón. Abrázale en mi nombre, besa por mí su delicado rostro y pídele que me devuelva ese beso cuando yo exhale mi último suspiro.
¡San José, patrono de las almas que parten, ruega por mí! Amén.
Oh san José, cuya protección es tan grande, tan fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios, a ti confío todas mis intenciones y deseos.
Ayúdame, san José, con tu poderosa intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, Te tribute mi agradecimiento y homenaje.
Oh San José, yo nunca me canso de contemplarte con Jesús adormecido en tus brazos. No me atrevo a acercarme cuando Él descansa junto a tu corazón. Abrázale en mi nombre, besa por mí su delicado rostro y pídele que me devuelva ese beso cuando yo exhale mi último suspiro.
¡San José, patrono de las almas que parten, ruega por mí! Amén.
San José Obrero
Nos dirigimos a ti, Oh bendito San José, nuestro protector en la tierra, como quien conoce el valor del trabajo y la respuesta a nuestro llamado. A través de tu Santa Esposa, la Inmaculada Virgen Madre de Dios, y sabiendo el amor paternal que tuviste a nuestro Señor Jesús, te pedimos nos asistas en nuestras necesidades y fortalezcas en nuestros trabajos.
Por la promesa de realizar dignamente nuestras tareas diarias, líbranos de caer en el pecado, de la avaricia, de un corazón corrupto. Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo, nuestro defensor y fortaleza contra la injusticia y el error.
Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio. Socórrenos en todos nuestros esfuerzos, para así poder obtener contigo el descanso eterno en el Cielo. Amén.
Para pedir un favor
Amadísimo Padre mío San José: confiando en el valioso poder que tenéis ante el trono de la Santísima Trinidad y de María vuestra Esposa y nuestra Madre, os suplico intercedáis por mí y me alcancéis la gracia... (hágase aquí la petición).
José, con Jesús y María, viva siempre en el alma mía.
José, con Jesús y María, asistidme en mi última agonía.
José, con Jesús y María, llevad al cielo el alma mía.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Súplica a San José
José dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón, a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte; y consagro a tu culto este día, en recompensa y satisfacción de los muchos que vanamente he dado al mundo, y a sus vanísimas vanidades. Yo te suplico con todo mi corazón que por tus siete dolores y goces me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús y de tu verdadera esposa, María Santísima, la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya, y en bien y provecho de mi alma. Alcánzame vivas luces para conocer la gravedad de mis culpas, lágrimas de contrición para llorarlas y detestarlas, propósitos firmes para no cometerlas más, fortaleza para resistir a las tentaciones, perseverancia para seguir el camino de la virtud; particularmente lo que te pido en esta oración (hágase aquí la petición) y una cristiana disposición para morir bien. Esto es, Santo mío, lo que te suplico; y esto es lo que mediante tu poderosa intercesión, espero alcanzar de mi Dios y Señor, a quien deseo amar y servir, como tú lo amaste y serviste siempre, por siempre, y por una eternidad. Amén.
Novena a San José
Oración Preparatoria: Por la señal, etc. Señor mío Jesucristo, etc.
Oración final: Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.
Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos. a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.
Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener.
Día 1
Comenzar con la oración preparatoria. Oh benignísimo Jesús así como consolaste a tu padre amado en las perplejidades e incertidumbres que tuvo, dudando si abandonar a tu Santísima Madre su esposa, así te suplicamos humildemente por intercesión de San José nos concedas mucha prudencia y acierto en todos los casos dudosos y angustias de nuestra vida, para que siempre acertemos con tu santísima voluntad. Terminar con la oración final.
Día 2
Comenzar con la oración preparatoria. Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu padre amado en la pobreza y desamparo de Belén, con tu nacimiento, y con los cánticos de los Ángeles y visitas de los pastores, así también te suplicamos humildemente por intercesión de San José, que nos concedas llevar con paciencia nuestra pobreza y desamparo en esta vida, y que alegres nuestro espíritu con tu presencia y tu gracia, y la esperanza de la gloria. Terminar con la oración final.
Día 3
Comenzar con la oración preparatoria. Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu amado padre en el doloroso misterio de la Circuncisión, recibiendo de él el dulce nombre de Jesús, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, nos concedas pronunciar siempre con amor y respeto tu santísimo nombre, llevarlo en el corazón, honrarlo en la vida, y profesar con obras y palabras que tú fuiste nuestro Salvador y Jesús. Terminar con la oración final.
Día 4
Comenzar con la oración preparatoria. Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu padre amado de la pena que le causó la profecía de Simeón, mostrándole el innumerable coro de los Santos, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José que nos concedas la gracia de ser de aquellos para quienes tu sirves, no de ruina, sino de resurrección, y que correspondamos fielmente a tu gracia para que vayamos a tu gloria. Terminar con la oración final.
Día 5
Comenzar con la oración preparatoria. Oh benignísimo Jesús, así como tu amado padre te condujo de Belén a Egipto para librarte del tirano Herodes, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que nos libres de los que quieren dañar nuestras almas o nuestros cuerpos, nos des fortaleza y salvación en nuestras persecuciones, y en medio del destierro de esta vida nos protejas hasta que volemos a la patria celestial. Terminar con la oración final.
Día 6
Comenzar con la oración preparatoria. Oh benignísimo Jesús así como tu padre amado te sustentó en Nazaret, y en cambio tú le premiaste en tu santísima compañía tantos años, con tu doctrina y tu dulce conversación, así te rogamos humildemente, por intercesión de San José nos concedas el sustento espiritual de tu gracia, y de tu santa comunión, y que vivamos santa y modestamente, como tú en Nazaret. Terminar con la oración final.
Día 7
Comenzar con la oración preparatoria. Oh benignísimo Jesús, así como por seguir la voluntad de tu padre celestial permitiste que tu amado padre en la tierra padeciese el vehementísimo dolor de perderte por tres días, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que antes queramos perder todas las cosas y disgustar a cualquier amigo, que dejar de hacer tu voluntad; que jamás te perdamos a ti por el pecado mortal, o que si por desgracia te perdiésemos te hallemos mediante una buena confesión.Terminar con la oración final.
Día 8
Comenzar con la oración preparatoria. Oh benignísimo Jesús, que en la hora de su muerte consolaste a tu glorioso padre, asistiendo juntamente con tu Madre su esposa a su última agonía, te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que nos concedas una muerte semejante a la suya asistido de tu bondad, de tu Santísima Madre y del mismo glorioso Patriarca protector de los moribundos, pronunciando al morir vuestros santísimos nombres, Jesús, María y José. Terminar con la oración final.
Día 9
Comenzar con la oración preparatoria. Oh benignísimo Jesús, así como has elegido por medio de tu Vicario en la tierra a tu amado padre para protector de tu Santa Iglesia Católica, así te suplicamos humildemente por intercesión de San José, nos concedas el que seamos verdaderos y sinceros católicos, que profesemos sin error la fe católica, que vivamos sin miedo una vida digna de la fe que profesamos, y que jamás puedan los enemigos ni aterrarnos con persecuciones, ni con engaños seducirnos y apartamos de la única y verdadera religión que es la Católica. Terminar con la oración final.
Antífona. Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.
V. San José, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración. Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.
Triduo
Puede comenzarse el 17 de cada mes para terminar el día 19
Oración inicial para todos los días
A Vos recurrimos, bondadoso Patriarca, y con todo el fervor de nuestro afligido corazón os pedimos que, desde el trono de gloria en que os colocaron vuestras virtudes y merecimientos, escuchéis propicio nuestras súplicas y tengáis piedad de nosotros.
Humildemente confesamos que nuestras tribulaciones son pena de nuestras culpas; por eso con dolor de corazón, pedimos a Dios perdón de todas ellas. Alcanzádnoslo, amoroso San José, y por el amor que profesasteis a vuestro Jesús y María y por la autoridad que sobre ellos ejercitasteis acá en la tierra, interceded ahora por nosotros en el cielo escuchando nuestras peticiones y presentándolas Vos mismo a vuestra Esposa inmaculada y a vuestro Divino Hijo para que sean favorablemente despachadas, para mayor gloria de Dios y santificación de nuestras almas. Amén.
Acordaos, ¡oh castísimo esposo de la Virgen María y amable protector mío San José!, que jamás se ha oído decir que ninguno haya invocado vuestra protección e implorado vuestro auxilio sin haber sido consolado. Lleno, pues, de confianza en vuestro poder, ya que ejercisteis con Jesús el cargo de Padre, vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos con todo fervor. No desechéis mis súplicas, antes bien, acogedlas y dignaos acceder a ellas piadosamente. Amén.
Oración final para todos los días
Gloriosísimo Patriarca San José, castísimo Esposo de la Madre de Dios; a vuestro amparo acudimos, no desatendáis nuestras súplicas y libradnos de todos los peligros.
V. Bendito Patriarca San José, rogad por nosotros.
R. Para que seamos dignos de la gracia que imploramos.
Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, unid vuestros ruegos a los de vuestro castísimo Esposo y por los maternales cuidados que prodigasteis al Niño Jesús, interceded y rogad por nosotros para que seamos dignos de alcanzar la gracia que hemos pedido.
Sacratísimo Corazón de Jesús, oíd benigno las súplicas de María, llena de gracia, y de José, varón justo, para que por su intercesión logremos el favor solicitado, si ha de ser a mayor honra y gloria vuestra y bien de nuestras almas. Vos que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos. Amén.
Día 1
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Aquí nos tenéis en vuestra gloriosa presencia, dulce protector nuestro San José, implorando vuestro eficaz patrocinio. Dirigid, oh gran Santo, una mirada amorosa sobre nosotros, miserables hijos de Eva, y alcanzadnos con la gracia que os hemos pedido y las Virtudes de la humildad, pureza y obediencia, la dicha de morir asistidos de Jesús, de vuestra Esposa y de Vos, para bendeciros y alabaros en el cielo eternamente. Amén.
Pídase la gracia que se desea. Rezar siete Padrenuestros y Avemarías en memoria de los siete dolores y gozos de San José.
Terminar con la oración final para todos los días.
Día 2
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
A vuestros pies nos postramos con el más humilde afecto, ¡oh incomparable protector nuestro San José!, confiando en vuestro eficaz patrocinio. Dirigid, ¡oh gran Santo!, una mirada amorosa sobre nosotros, miserables pecadores hijos de Eva, y alcanzadnos la gracia que os hemos pedido juntamente con las tres virtudes de tierna piedad, gratitud a los divinos beneficios y firme confianza en Dios, que tanto y con tanto fruto practicasteis Vos mismo, a fin de que, enriquecidos con ellas, podamos expirar dulcemente en los brazos de Jesús y María, y alabarlos después en vuestra compañía en el cielo, por toda la eternidad. Amén.
Terminar con la oración final para todos los días.
Día 3
Comenzar con la oración preparatoria para todos los días.
Postrados ante Vos, insigne protector nuestro San José, acudimos también hoy en demanda de vuestro eficaz patrocinio. Dirigid, ¡oh gran Santo!, una mirada amorosa sobre nosotros, miserables hijos de Eva, y presentad nuestras súplicas al Padre Eterno, cuyas veces hicisteis en la tierra tutelando a su Divino Hijo; ofrecedlas también al Espíritu Santo, de quien fuisteis representante como Esposo de María; presentadlas, en fin, al Hijo para que sean benignamente atendidas por la Santísima Trinidad, objeto de todo nuestro amor, ahora y siempre, por todos los siglos. Amén.
Terminar con la oración final para todos los días.
Treintena. Devoción de los treinta días
¡Oh amabilísimo Patriarca, Señor San José! Desde el abismo de mi pequeñez, dolor y ansiedad, os contemplo con emoción y alegría de mi alma en vuestro solio del cielo, como gloria y gozo de los Bienaventurados, pero también como padre de los huérfanos en la tierra, consolador de los tristes, amparador de los desvalidos, gozo y amor de tus devotos ante el trono de Dios, de tu Jesús y de tu santa Esposa.
Por eso yo, pobre, desvalido, triste y necesitado, a Vos dirijo hoy y siempre mis lágrimas y penas, mis ruegos y clamores del alma, mis arrepentimientos y mis esperanzas; y hoy especialmente os traigo ante vuestro altar y vuestra imagen una pena que consoléis, un mal que remediéis, una desgracia que impidáis, una necesidad que socorráis, una gracia que obtengáis para mí y para mis seres queridos.
Y para conmoveros y obligaros a oírme y conseguírmelo, os lo pediré y demandaré durante treinta días continuos en reverencia a los treinta años que vivisteis en la tierra con Jesús y María, y os lo pediré, urgente y confiadamente, invocando todos los títulos que tenéis para compadeceros de mí y todos los motivos que tengo para esperar que no dilataréis el oír mi petición y remediar mi necesidad; siendo tan cierta mi fe en vuestra bondad y poder, que al sentirla os sentiréis también obligado a obtener y darme más aún de lo que os pido, y deseo.
1.- Os lo pido por la bondad divina que obligó al Verbo Eterno a encarnarse y nacer en la pobre naturaleza humana, como Dios de Dios, Dios Hombre, Dios del Hombre, Dios con el Hombre.
2.- Os lo suplico por vuestra ansiedad de sentiros obligado a abandonar a vuestra santa Esposa, dejándola sola, y yendo solo sin ella.
3.- Os lo ruego por vuestra resignación dolorosísima para buscar un establo y un pesebre para palacio y cuna de. Dios, nacido entre los hombres, que le obligan a nacer entre animales.
4.- Os lo imploro por la dolorosísima y humillante circuncisión de vuestro Jesús, y por el santo y dulcísimo nombre que le impusisteis por orden del Eterno para consuelo, amor y esperanza nuestra.
5.- Os lo demando por vuestro sobresalto al oír del Angel la muerte decretada contra vuestro Hijo Dios, por vuestra obedentísima huida a Egipto, por las penalidades y peligros del camino, por la pobreza del destierro, y por vuestras ansiedades al volver de Egipto a Nazaret.
6.- Os lo pido por vuestra aflicción dolorosa de tres días al perder a vuestro Hijo, y por vuestra consolación suavísima al encontrarle en el templo; por vuestra felicidad inefable de los treinta años que vivisteis en Nazaret con Jesús y María sujetos a vuestra autoridad y providencia.
7 .- Os lo ruego y espero por el heroico sacrificio, con que ofrecisteis la víctima de vuestro Jesús al Dios Eterno para la cruz y para la muerte por nuestros pecados y nuestra redención.
8.- Os lo demando por la dolorosa previsión, que os hacía todos los días contemplar aquellas manos infantiles, taladradas un día en la Cruz por agudos clavos; aquella cabeza que se reclinaba dulcísimamente sobre vuestro pecho, coronada de espinas; aquel cuerpo divino que estrechabais contra vuestro corazón, ensangrentado y extendido sobre los brazos de la Cruz; aquel último momento en que le veíais expirar y morir por mí, por mi alma, por mis pecados.
9.- Os lo pido por vuestro dulcísimo tránsito de esta vida en los brazos de Jesús y María. y vuestra entrada en el Limbo de los Justos en el cielo, donde tenéis vuestro trono de poder.
10.- Os lo suplico por vuestro gozo y vuestra gloria, cuando contemplasteis la Resurrección de vuestro Jesús, su subida y entrada en los cielos y su trono de Rey inmortal de los siglos.
11.- Os lo demando por vuestra dicha inefable cuando visteis salir del sepulcro a vuestra santísima Esposa, resucitada, y ser subida a. los cielos por ángeles, y coronada por el Eterno, y entronizada en un solio junto al vuestro como Madre, Señora y Reina de los ángeles y hombres.
12.- Os lo pido y ruego y espero confiadamente por vuestros trabajos, penalidades y sacrificios en la tierra, y por vuestros triunfos y gloria feliz bienaventuranza en el Cielo con vuestro Hijo Jesús y vuestra esposa Santa María.
¡Oh mi buen San José! Yo, inspirado en las enseñanzas de la Iglesia Santa y de sus Doctores y Teólogos y en el sentido universal del pueblo cristiano, siento en mí una fuerza misteriosa, que me alienta y obliga a pediros y suplicaros y esperar me obtengáis, de Dios la grande y extraordinaria gracia que voy a poner ante este tu altar e imagen y ante tu trono de bondad y poder en el Cielo: la espero, Santo Patriarca.
Levantando el corazón a lo alto, se le pedirá la gracia que se necesita.
SANTA RITA
Triduo
Día 1
Por la señal…
Acto de contrición.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en quién creo y a quien amo sobre todas las cosas, pésame de todo corazón de haberos ofendido con tantas y tan repetidas culpas, porque sois infinitamente bueno y dignísimo de ser amado. Suene ya en mi alma el eco de vuestra voz dulcísima y todopoderosa, para que despierte del sueño de muerte en que la entretienen las nonadas y bagatelas de este mundo. Mucho os he ofendido, amorosísimo Padre mío; haced, pues, que me arrepienta y llore mis pasados yerros a fin de que merezca amaros y alabaros en el Cielo. Amén.
Oración
Delante de vos, ¡oh gloriosa abogada Santa Rita!, mi alma siente hoy la necesidad de invocaros, y con grande esperanza recurre a vuestro refugio como patrocinadora de los casos más desesperados. Vos, que, además, tan bien habéis entendido la expresión evangélica en que «serán bienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de los cielos», y que os despojasteis de todas las cosas de este mundo, desprended mi corazón del afecto a los bienes de esta tierra que le aprisionan, y haced que incesantemente y con firmeza de propósito reflexione las palabras del Divino Maestro, que dicen: «¿Qué servirá al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?»
Máxima
El desprendimiento de los bienes de la tierra, o sea la pobreza evangélica, es una gran riqueza para el cielo y un tesoro preciosísimo que nadie nos podrá quitar. (San Juan Crisóstomo.)
Propósito
Haré, mediante la protección de Santa Rita, por romper los lazos que tienen ligado mi afecto a las vanidades de este mundo.
Terminar con 3 Padrenuestros, Avemaría, Gloria y la oración final.
Oración final
Dios, que te dignaste dar tanta gracia a Santa Rita que amase a los enemigos y llevase en la frente y en el corazón las señales de tu caridad y pasión, te rogamos nos concedas que del mismo modo perdonemos a nuestros enemigos y contemplemos los dolores de tu pasión, para que consigamos los premios prometidos a los mansos y a los que lloran. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Día 2
Por la señal…
Acto de contrición.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en quién creo y a quien amo sobre todas las cosas, pésame de todo corazón de haberos ofendido con tantas y tan repetidas culpas, porque sois infinitamente bueno y dignísimo de ser amado. Suene ya en mi alma el eco de vuestra voz dulcísima y todopoderosa, para que despierte del sueño de muerte en que la entretienen las nonadas y bagatelas de este mundo. Mucho os he ofendido, amorosísimo Padre mío; haced, pues, que me arrepienta y llore mis pasados yerros a fin de que merezca amaros y alabaros en el Cielo. Amén.
Oración
No basta, gloriosísima Santa Rita, protectora mía, que yo camine por la senda del bien si en él no soy perseverante. Vos, pues, que fuisteis modelo de cristiana constancia en practicar la virtud, alcanzadme fuerza para que adelante más y más en la senda de las santas costumbres en que, con la gracia de Dios, intento ocuparme, procurando copiar en mi vida la del justo, que semejante a la aurora crece hasta el perfecto día a fin de que quede bien impresa en mi alma la sentencia del Divino Maestro, que dice: «El que perseverare hasta el fin, será salvo.»
Máxima
En el camino de la salvación todos debemos correr sin volver atrás hasta que lleguemos al término y mantener siempre vivo el deseo de correr más. (San Agustín.)
Propósito
Suplicaré siempre al Señor, muy especialmente en la Sagrada Comunión, el don de la perseverancia final.
Terminar con 3 Padrenuestros, Avemaría, Gloria y la oración final.
Oración final
Dios, que te dignaste dar tanta gracia a Santa Rita que amase a los enemigos y llevase en la frente y en el corazón las señales de tu caridad y pasión, te rogamos nos concedas que del mismo modo perdonemos a nuestros enemigos y contemplemos los dolores de tu pasión, para que consigamos los premios prometidos a los mansos y a los que lloran. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Dia 3
Por la señal…
Acto de contrición.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en quién creo y a quien amo sobre todas las cosas, pésame de todo corazón de haberos ofendido con tantas y tan repetidas culpas, porque sois infinitamente bueno y dignísimo de ser amado. Suene ya en mi alma el eco de vuestra voz dulcísima y todopoderosa, para que despierte del sueño de muerte en que la entretienen las nonadas y bagatelas de este mundo. Mucho os he ofendido, amorosísimo Padre mío; haced, pues, que me arrepienta y llore mis pasados yerros a fin de que merezca amaros y alabaros en el Cielo. Amén.
Oración
Aunque conozco bien, ¡oh gloriosísima Protectora mía Santa Rita!, que me es necesario despreciar los insultos y burlas de los impíos, que con toda astucia procuran llevarme por los caminos de su malicia, no obstante, es tan grande mi fragilidad, que al instante me asusta ese temor vano. Venid, pues, en mi ayuda, Santa bendita, con vuestro patrocinio, para que sepa imitaros en vuestro desprecio a los que se burlan de la doctrina de Jesucristo, y pueda libremente decir con San Pablo: «Yo no me avergüenzo del Evangelio.» De este modo nada será capaz de separarme del servicio de Dios.
Máxima
De nada sirve la amistad de los hombres, y nunca debemos complacerles con ofensa de Dios. (San Agustín.)
Propósito
Cuando me hallare en medio de los que se burlan de las enseñanzas de la Iglesia hablaré con entero valor por sostener la 'verdad.
Terminar con 3 Padrenuestros, Avemaría, Gloria y la oración final.
Oración final
Dios, que te dignaste dar tanta gracia a Santa Rita que amase a los enemigos y llevase en la frente y en el corazón las señales de tu caridad y pasión, te rogamos nos concedas que del mismo modo perdonemos a nuestros enemigos y contemplemos los dolores de tu pasión, para que consigamos los premios prometidos a los mansos y a los que lloran. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Oración para pedir un favor
Santa de lo Imposible. Oh Santa Patrona de los necesitados, Santa Rita, cuyas plegarias ante el Divino Señor son casi irresistibles, quien por la generosidad en otorgar favores has sido llamada Mediadora de los sin esperanza e incluso de lo Imposible; Santa Rita, tan humilde, tan pura, tan mortificada, tan paciente y de tan compadecido amor por Jesús Crucificado que podrías obtener de Él cualquier cosa que le pidas. A cuenta de esto recurrimos confiados a ti, esperando, si no siempre alivio, al menos consuelo. Se favorable a nuestra petición, mostrando el poder de Dios a nombre de este/a suplicante, se generosa con nosotros, como lo has sido en tantos casos maravillosos, para la más grande gloria de Dios, por la divulgación de tu propia devoción, y por el consuelo de aquellos que confían en ti. Prometemos, si nuestra petición es concedida, glorificar tu nombre, informando del favor concedido, para bendecir y cantar tus alabanzas por siempre. Confiando entonces en los méritos y poder ante el Sagrado Corazón de Jesús, te rogamos:
Petición
Obtén para nosotros nuestra petición:
Por los singulares méritos de tu infancia,
Por la perfecta unión con la Divina Voluntad,
Por los heroicos sufrimientos durante tu vida de casada,
Por el consuelo que experimentaste con la conversión de tu esposo,
Por el sacrificio de tus niños antes de verlos ofender gravemente a Dios,
Por tu milagrosa entrada al Convento,
Por las austeras penitencias y las sangrientas ofrendas tres veces al día.
Por el sufrimiento causado por la herida que recibiste con la espina del Salvador Crucificado;
Por el amor divino que consumió tu Corazón,
Por la notable devoción al Sagrado Sacramento, con el cual exististe por cuatro años,
Por la felicidad con la cual partiste de tus pruebas para reunirte con el Divino Esposo,
Por el ejemplo perfecto que diste a la gente de cada estado de vida.
Santa de lo Imposible
Oremos
Oh Dios, Quien en tu infinita ternura has sido bondadoso para escuchar la plegaria de Tu sierva, Santa Rita, y otorgas a su suplica lo que es imposible a la vista, conocimiento y esfuerzos, en recompensa de su compadecido amor y firme confianza en Tu promesa, ten piedad en nuestra adversidad y socórrenos en nuestras calamidades, que el no creyente pueda saber que Tu eres la recompensa del humilde, la defensa de los sin esperanza, y la fuerza de aquellos que confían en Tí, a través de Jesucristo, nuestro Señor. Amén
ORACIÓN PARA LOS CASOS DESESPERADOS
Oh poderosa Santa Rita, llamada Abogada de los casos desesperados, socorredora en la última esperanza, refugio y salvación en el dolor, que conduce al abismo del delito y de la desesperación: con toda la confianza en tu celestial poder, recurro a ti en el caso difícil e imprevisto que oprime dolorosamente mi corazón.
Dime, oh Santa Rita, ¿no me vas a ayudar tu?, ¿no me vas a consolar? ¿Vas a alejar tu mirada y tu piedad de mi corazón, tan sumamente atribulado? ¡Tú también sabes lo que es el martirio del corazón, tan sumamente atribulado! Por las atroces penas, por las amargas lágrimas que santamente derramaste, ven en mi ayuda. Habla, ruega, intercede por mí, que no me atrevo a hacerlo, al Corazón de Dios, Padre de misericordia y fuente de toda consolación, y consígueme la gracia que deseo (indíquese aquí la gracia deseada). Presentada es seguro que me escuchará: y yo me valdré de este favor para mejorar mi vida y mis costumbres, para cantar en la tierra y en el cielo las misericordias divinas.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
Novena
Oración para todos los días
Puesto de rodillas delante de María Santísima, hecha la Señal de la Cruz, se dice el acto de contrición.
Acto de contrición. Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido. Propongo enmendarme y confesarme a su tiempo y ofrezco cuanto hiciere en satisfacción de mis pecados, y confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que me perdonéis y me des gracia para nunca más pecar. Así lo espero por intercesión de mi Madre, nuestra Señora la Virgen de Guadalupe. Amén.
Hacer aquí la petición que se desea. Rezar cuatro Salves en memoria de las cuatro apariciones y luego se reza la oración correspondiente a cada día.
Día 1
Oración para todos los días
¡Oh Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona con que ciñes tus sagradas sienes publica que eres Reina del Universo. Lo eres, Señora, pues como Hija, como Madre y como Esposa del altísimo tienes absoluto poder y justísimo derecho sobre todas las criaturas.
Siendo esto así, yo también soy tuyo; también pertenezco a Ti por mil títulos; pero no me contento con ser tuyo por tan alta jurisdicción que tienes sobre todos; quiero ser tuyo por otro título más, esto es, por elección de mi voluntad.
Ved que, aquí postrado delante del trono de tu Majestad, te elijo por mi Reina y mi Señora, y con este motivo quiero doblar el señorío y dominio que tienes sobre mí; quiero depender de Ti y quiero que los designios que tiene de mí la Providencia divina, pasen por tus manos.
Dispón de mí como te agrade; los sucesos y lances de mi vida quiero que todos corran por tu cuenta. Confío de tu benignidad, que todos se enderezarán al bien de mi alma y honra y gloria de aquel Señor que tanto se complace en todo el mundo. Amén.
Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
Día 2
Oración para todos los días
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Que bien se conoce que eres Abogada nuestra en el tribunal de Dios, pues esas hermosísimas manos que jamás dejan de beneficiarnos las juntas ante el pecho en ademán de quien suplica y ruega, dándonos con esto a ver que desde el trono de gloria como Reina de Ángeles y hombres haces también oficio de abogada, rogando y procurando a favor nuestro.
¿Con qué afectos de reconocimiento y gratitud podré pagar tanta fineza?, siendo que no hay en todo mi corazón suficiente caudal para pagarlo.
A Ti recurro para que me enriquezcas con los dones preciosos de una caridad ardiente y fervorosa, de una humildad profunda y de una obediencia pronta al Señor.
Esfuerza tus súplicas, multiplica tus ruegos, y no ceses de pedir al Todopoderoso me haga suyo y me conceda ir a darte las gracias por el feliz éxito de tu intermediación en la gloria. Amén.
Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
Día 3
Oración para todos los días
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¡Qué puedo creer al verte cercada de los rayos del sol, sino que estás íntimamente unida al Sol de la Divinidad, que no hay en tu casa ninguna cosa que no sea luz, que no sea gracia y que no sea santidad!
¡Qué puedo creer sino que estás anegada en el piélago de las divinas perfecciones y atributos, y que Dios te tiene siempre en su corazón! Sea para bien, Señora, tan alta felicidad.
Yo, entre tanto, arrebatado del gozo que ello me causa, me presento delante del trono de tu soberanía, suplicándote te dignes enviar uno de tus ardientes rayos hacia mi corazón: ilumina con su luz mi entendimiento; enciende con su luz mi voluntad; haz que acabe yo de persuadirme de que vivo engañado todo el tiempo que no empleo en amarte a Ti y en amar a mi Dios: haz que acabe de persuadirme de que me engaño miserablemente cuando amo alguna cosa que no sea mi Dios y cuando no te amo a Tí por Dios. Amén.
Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
¡Oh Santísima María de Guadalupe! Si un ángel del cielo tiene por honra tan grande suya estar a tus pies y que en prueba de su gozo abre los brazos y extiende las alas para formar con ellas repisa a tu Majestad, ¿qué deberé yo hacer para manifestar mi veneración a tu persona, no ya la cabeza, ni los brazos, sino mi corazón y mi alma para que santificándola con tus divinas plantas se haga trono digno de tu soberanía?
Dígnate, Señora, de admitir este obsequio; no lo desprecies por indigno a tu soberanía, pues el mérito que le falta por mi miseria y pobreza lo recompenso con la buena voluntad y deseo.
Entra a registrar mi corazón y verás que no lo mueven otras alas sino las del deseo de ser tuyo y el temor de ofender a tu Hijo divinísimo. Forma trono de mi corazón, y ya no se envilecerá dándole entrada a la culpa y haciéndose esclavo del demonio. Haz que no vivan en el sino Jesús y María. Amén.
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¿Qué otro vestido le correspondía a quien es un cielo por su hermosura, sino uno todo lleno de estrellas? ¿Con qué podía adornarse una belleza toda celestial, sino con los brillos de unas virtudes tan lucidas y tan resplandecientes como las tuyas?
Bendita mil veces la mano de aquel Dios que supo unir en tu hermosura tan peregrina con pureza tan realzada, y gala tan brillante y rica con humildad tan apacible. Yo quedo, Señora, absorto de hermosura tan amable, y quisiera que mis ojos se fijaran siempre en Ti para que mi corazón no se dejara arrastrar en otro afecto que no sea el amor tuyo.
No podré lograr este deseo si esos resplandecientes astros con que estás adornada no infunden una ardiente y fervorosa caridad, para que ame de todo corazón y con todas mis fuerzas a mi Dios, y después de mi Dios a Tí, como objeto digno de que lo amemos todos. Amén.
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¡Que bien dice a tu soberanía ese tapete que la luna forma a tus sagradas plantas! Hollaste con invicta planta las vanidades del mundo, y quedando superior a todo lo creado jamás padeciste el menguante de la más ligera imperfección: antes de tu primer instante estuviste llena de gracia.
Miserable de mí, Señora, que no sabiéndome mantener en los propósitos que hago, no tengo estabilidad en la virtud y solo soy constante en mis viciosas costumbres.
Duélete de mí, Madre amorosa y tierna; ya que soy como la luna en mi inconstancia, sea como la luna que está a tus pies, esto es, firme siempre en tu devoción y amor, para no padecer los menguantes de la culpa. Haz que esté yo siempre a tus plantas por el amor y la devoción, y ya no temeré los menguantes del pecado sino que procuraré darme de lleno a mis obligaciones, detestando de corazón todo lo que es ofensa de mi Dios. Amén.
Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
Día 7
Oración para todos los días
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Nada, nada veo en este hermosísimo retrato que no me lleve a conocer las altas perfecciones de que dotó el Señor a tu alma inocentísima.
Ese lienzo grosero y despreciable; ese pobre pero feliz ayate en que se ve estampada tu singular belleza, dan claro a conocer la profundísima humildad que le sirvió de cabeza y fundamento a tu asombrosa santidad.
No te desdeñaste de tomar la pobre tilma de Juan Diego, para que en ella estampase tu rostro, que es encanto de los ángeles, maravilla de los hombres y admiración de todo el universo. Pues, ¿cómo no he de esperar yo de tu benignidad , que la miseria y pobreza de mi alma no sean embarazo para que estampes en ella tu imagen graciosísima?
Yo te ofrezco las telas de mi corazón. Tómalo, Señora, en tus manos y no lo dejéis jamás, pues mi deseo es que no se emplee en otra cosa que en amarte y amar a Dios. Amén.
Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
Día 8
Oración para todos los días
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Qué misteriosa y que acertada estuvo la mano del Artífice Supremo, bordando tu vestido con esa orla de oro finísimo que le sirve de guarnición.
Aludió sin duda a aquél finísimo oro de la caridad y amor de Dios con que fueron enriquecidas tus acciones. ¿Y quién duda, Señora, que esa tu encendida caridad y amor de Dios estuvo siempre acompañada del amor al prójimo y que no, por verte triunfante en la patria celestial, te has olvidado de nosotros?
Abre el seno de tus piedades a quien es tan miserable; dale la mano a quien caído te invoca para levantarse; tráete la gloria de haber encontrado en mí una miseria proporcionada, más que todas, a tu compasión y misericordia. Amén.
Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
Día 9
Oración para todos los días
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¿Qué cosa habrá imposible para Ti, cuando multiplicando los prodigios, ni la tosquedad ni la grosería del ayate le sirven de embarazo para formar tan primoroso tu retrato, ni la voracidad del tiempo en mas de cuatro siglos ha sido capaz de destrozarle ni borrarle?
¡Qué motivo tan fuerte es este para alentar mi confianza y suplicarte que abriendo el seno de tus piedades, acordándote del amplio poder que te dio la Divina Omnipotencia del Señor, para favorecer a los mortales, te dignes estampar en mi alma la imagen del Altísimo que han borrado mis culpas!
No embarco a tu piedad la grosería de mis perversas costumbres, dígnate solo mirarme, y ya con esto alentaré mis esperanzas; porque yo no puedo creer que si me miras no se conmuevan tus entrañas sobre el miserable de mí. Mi única esperanza, después de Jesús, eres tú, Sagrada Virgen María. Amén.
Terminar con un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
NUESTRA SEÑORA DESATANUDOS
Novena
Comenzar con la Señal de la Cruz y el Acto de Contrición para que Dios nos purifique el corazón: Pésame, Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como vos; antes querría haber muerto que haberle ofendido, y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia, no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amen”.
Oración inicial: Santísima Virgen María, "la que desata los nudos", te ofrezco esta novena pidiéndote por las siguientes intenciones: (aquí se dicen y recuerdan los favores que se quieren alcanzar con la novena).
Oración a Nuestra Señora la que desata los nudos: Santa María, llena de la presencia de Dios, durante los días de tu vida aceptaste con toda humildad la voluntad del Padre, y el maligno nunca fue capaz de enredarte con sus confusiones. Ya junto a tu Hijo intercediste por nuestras dificultades y, con toda sencillez y paciencia, nos diste ejemplo de cómo desenredar la madeja de nuestras vidas. Y al quedarte para siempre como Madre Nuestra, pones en orden y haces más claros los lazos que nos unen al Señor. Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, tú que con corazón materno desatas los nudos que entorpecen nuestra vida, te pedimos que nos recibas en tus manos… y que nos libres de las ataduras y confusiones con que nos hostiga el que es nuestro enemigo. Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo, líbranos de todo mal, Señora Nuestra, y desata los nudos que impiden nos unamos a Dios, para que libres de toda confusión y error, lo hallemos en todas las cosas, tengamos en Él puestos nuestros corazones y podamos servirle en nuestros hermanos. Amén.
Día 1
"Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque el salvará a su pueblo de todos sus pecados" (Mateo 1, 21)
Reflexión: Jesús es el gran desatador de nuestros pecados (nudos); pero también la Virgen María es la que le dio su carne y su sangre para que hecho hombre pudiera salvarnos del pecado y de la muerte. Dios se valió de una mujer para salvarnos; también se quiere valer de nosotros, como instrumentos para que su Hijo Jesús nos siga salvando.
Meditación.
Luego se reza una decena del Santo Rosario: Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria y la oración a Nuestra Señora “la que desata los nudos”.
Día 2
"El ángel le respondió; El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios." (Lucas 1, 21)
Reflexión: Es Dios, Espíritu Santo, el que fecundo el vientre purísimo de María para que su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, naciera como hombre. Debido al pecado original es que no tenemos la posibilidad de nacer santos; pero desde el mismo momento en el que somos bautizados, acto por el cual se nos libra del pecado original, nuestro objetivo debe y tiene que ser el alcanzar la santidad, es decir, estar junto a Jesús en la vida eterna.
Meditación.
Luego se reza una decena del Santo Rosario: Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria y la oración a Nuestra Señora “la que desata los nudos”.
Día 3
"María dijo entonces: yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mi lo que has dicho. Y el ángel se alejó". (Lucas 1, 38)
Reflexión: Debemos tratar de imitar la actitud de servicio de María. Es necesario que estemos con aquellas personas que tienen la necesidad de la Palabra de Dios, la que puede ser transmitida también con los pequeños actos buenos que realizamos cotidianamente.
Meditación.
Luego se reza una decena del Santo Rosario: Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria y la oración a Nuestra Señora “la que desata los nudos”.
Día 4
"Vayamos a Belén y veamos lo que ha sucedido... fueron rápidamente y encontraron a María y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo contaron lo que había oído decir de este niño... mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón." (Lucas 2, 15-19)
Reflexión: Es nuestra misión como cristianos y como miembros de una misma Iglesia, el difundir a todo el mundo la Buena Noticia del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Para esto debemos alimentarnos permanentemente de su palabra en la Santa Misa y, al igual que María, guardarla y meditarla en nuestro corazón.
Meditación.
Luego se reza una decena del Santo Rosario: Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria y la oración a Nuestra Señora “la que desata los nudos”.
Día 5
"Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de Jesús. El anciano Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: Este niño será causa de caída y elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón." (Lucas 2, 33-35)
Reflexión: Desde niño, Jesús cumplió con la misión encomendada por su Padre celestial, que fue la de transmitir su palabra. Sin embargo, no siempre fue entendido y aceptado dicho mensaje, lo cual derivo en su muerte. Pidámosle a Cristo, por intersección de María, que nos llene de valor para cambiar aquellas cosas que es posible cambiar y serenidad para soportar las que no podemos cambiar.
Meditación.
Luego se reza una decena del Santo Rosario: Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria y la oración a Nuestra Señora “la que desata los nudos”.
Día 6
"Jesús le respondió: mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía. Pero su madre dijo a los sirvientes: hagan todo lo que Él les diga." (Juan 2, 4-5)
Reflexión: María, siendo Madre de Cristo, siempre hizo lo que Él le dijo. Imitemos permanentemente su obediencia a la voluntad de Dios y escuchémoslo día a día desde el Evangelio donde Jesús nos dice que quiere que hagamos.
Meditación.
Luego se reza una decena del Santo Rosario: Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria y la oración a Nuestra Señora "la que desata los nudos".
Día 7
"Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra; y al que llame se le abrirá." (Mateo 7, 7-8)
Meditación: La única manera de entablar un dialogo con Cristo o con María es a través de la oración. La oración hecha con fe es el arma más poderosa para luchar contra las confusiones con que nos hostiga el que es nuestro enemigo. No olvidemos que Dios nos escucha siempre, pero a veces no nos da lo que pedimos sino lo que verdaderamente necesitamos.
Meditación.
Luego se reza una decena del Santo Rosario: Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria y la oración a Nuestra Señora “la que desata los nudos”.
Día 8
"Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: Mujer aquí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo: Aquí tienes a tu madre, Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa." (Juan 19, 26-27)
Reflexión: Tanto es el amor que nos tiene Jesús, que antes de morir nos dejó a María, su propia madre, para que nos cuidara y nos guiara por el camino que Dios preparo para cada uno de nosotros.
Meditación.
Luego se reza una decena del Santo Rosario: Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria y la oración a Nuestra Señora “la que desata los nudos”.
Día 9
"Los apóstoles, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús…" y "al llegar el día de Pentecostés, todos quedaron llenos del Espíritu Santo". (Hechos 1, 14 y 2, 1.4)
Reflexión: El Padre nos envía en la fiesta de Pentecostés al Espíritu Santo para que obtengamos la fuerza necesaria para poder transmitir su mensaje. Esa fuerza nos es dada especialmente en el sacramento de la Confirmación junto con sus siete dones y también cada vez que lo pedimos humilde y confiadamente en la oración.
Meditación.
Luego se reza una decena del Santo Rosario: Padre Nuestro, Diez Ave María y Gloria y la oración a Nuestra Señora “la que desata los nudos”
NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
Triduo
Oración inicial de todos los días
Altísimo Dios de todo lo creado, en quien creo, espero, y amo sobre todas las cosas, y a quien me pesa con gran dolor de haber ofendido. Te ofrezco Señor, por medio del Corazón Inmaculado de María todas las obras y sufrimientos de este día y de todos los días de mi vida, para reparar por mis propios pecados y por la conversión de los pecadores.
Te ruego Virgen Santísima de Fátima, me ayudes en los momentos difíciles de la tentación y en la hora de mi muerte, para que goce contigo las delicias del Cielo. Amén.
Oración final de todos los días
¡Virgen de Fátima! Si es la voluntad de tu Divino Hijo, concédeme la gracia que te pido en este Triduo...(mencionar la gracia que se desea conseguir)
¡Ayúdanos Madre! a vivir siempre en la fe, esperanza y caridad. Amén.
Día 1
Oración inicial de todos los días
Virgen del Rosario, que aparecisteis en Fátima en 1917 a tres inocentes niños: Lucía, Francisco y Jacinta. Bajasteis del cielo para anunciar a los hombres que Dios está muy ofendido. Tú como Madre Amorosa, nos avisas del grande castigo que merecemos si no dejamos de pecar. ¡Virgen Santísima de Fátima! Ayúdanos a llevar una vida santa, y si tenemos la desgracia de pecar, vayamos con decisión al Sacramento de la Confesión.
Avemaría, Gloria y la oración final de todos los días.
Día 2
Oración inicial de todos los días
¡Dulce Madre! Virgen Blanca e Inmaculada, que enseñaste en Fátima a tres niños el infierno, no para asustarles sino para avisar de que el infierno existe y que no es un mito, y se dispongan los hombres a enmendar sus vidas haciendo oración y penitencia. El demonio vomita veneno por el mundo con la corrupción de costumbres para que las almas se pierdan por una eternidad. ¡Virgen Poderosa! Enciérranos en tu Corazón de Madre y condúcenos por el camino de la salvación. Amén.
Avemaría, Gloria y la oración final de todos los días.
Día 3
Oración inicial de todos los días
¡Virgen de Fátima! Mensajera de amor y paz. Blanca como tu pureza. Perpetua virginidad.
Como hijos que te amamos, queremos reparar las ofensas que hieren tu Inmaculado Corazón con una Salve...
Nos comprometemos a rezar todos los días el Santo Rosario, porque sabemos Madre Bendita que es tu deseo. Confiamos Madre de Dios y Madre nuestra, en tu poderosa intercesión.
Avemaría, Gloria y la oración final de todos los días.
Novena
Ofrecimiento para todos los días
¡Oh Dios mío! Yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.
¡Oh santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que Él es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.
Oración preparatoria
Oh santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.
Oración final
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Día 1 Penitencia y reparación
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
Oración de este día
¡Oh santísima Virgen María, Madre de los pobres pecadores!, que apareciendo en Fátima, dejaste transparentar en vuestro rostro celestial una leve sombra de tristeza para indicar el dolor que os causan los pecados de los hombres y que con maternal compasión exhortaste a no afligir más a vuestro Hijo con la culpa y a reparar los pecados con la mortificación y la penitencia. Dadnos la gracia de un sincero dolor de los pecados cometidos y la resolución generosa de reparar con obras de penitencia y mortificación todas las ofensas que se infieren a vuestro Divino Hijo y a vuestro Corazón Inmaculado.
Meditar y rezar la oración final.
Día 2 Santidad de vida
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
Oración de este día
¡Oh santísima Virgen María, Madre de la divina gracia, que vestida de nívea blancura te apareciste a unos pastorcitos sencillos e inocentes, enseñándonos así cuánto debemos amar y procurar la inocencia del alma, y que pediste por medio de ellos la enmienda de las costumbres y la santidad de una vida cristiana perfecta. Concédenos misericordiosamente la gracia de saber apreciar la dignidad de nuestra condición de cristianos y de llevar una vida en todo conforme a las promesas bautismales.
Meditar y rezar la oración final.
Día 3 Amor a la oración
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
Oración de este día
¡Oh santísima Virgen María, vaso insigne de devoción!, que te apareciste en Fátima teniendo pendiente de vuestras manos el santo Rosario, y que insistentemente repetías: «Orad, orad mucho», para alejar por medio de la oración los males que nos amenazan. Concédenos el don y el espíritu de oración, la gracia de ser fieles en el cumplimiento del gran precepto de orar, haciéndolo todos los días, para así poder observar bien los santos mandamientos, vencer las tentaciones y llegar al conocimiento y amor de Jesucristo en esta vida y a la unión feliz con Él en la otra.
Meditar y rezar la oración final.
Día 4 Amor a la Iglesia
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
Oración de este día
¡Oh santísima Virgen María, Reina de la Iglesia!, que exhortaste a los pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa, e infundiste en sus almas sencillas una gran veneración y amor hacia él, como Vicario de vuestro Hijo y su representante en la tierra. Infunde también a nosotros el espíritu de veneración y docilidad hacia la autoridad del Romano Pontífice, de adhesión inquebrantable a sus enseñanzas, y en él y con él un gran amor y respeto a todos los ministros de la santa Iglesia, por medio de los cuales participamos la vida de la gracia en los sacramentos.
Meditar y rezar la oración final.
Día 5 María, salud de los enfermos
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
Oración de este día
¡Oh santísima Virgen María, salud de los enfermos y consoladora de los afligidos!, que movida por el ruego de los pastorcitos, obraste ya curaciones en vuestras apariciones en Fátima, y habéis convertido este lugar, santificado por vuestra presencia, en oficina de vuestras misericordias maternales en favor de todos los afligidos. A vuestro Corazón maternal acudimos llenos de filial confianza, mostrando las enfermedades de nuestras almas y las aflicciones y dolencias todas de nuestra vida. Echad sobre ellas una mirada de compasión y remediadlas con la ternura de vuestras manos, para que así podamos serviros y amaros con todo nuestro corazón y con todo nuestro ser.
Meditar y rezar la oración final.
Día 6 María, refugio de los pecadores
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
Oración de este día
¡Oh santísima Virgen María, refugio de los pecadores!, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar incesantemente al Señor para que esos desgraciados no caigan en las penas eternas del infierno, y que manifestaste a uno de los tres que los pecados de la carne son los que más almas arrastran a aquellas terribles llamas. Infundid en nuestras almas un gran horror al pecado y el temor santo de la justicia divina, y al mismo tiempo despertad en ellas la compasión por la suerte de los pobres pecadores y un santo celo para trabajar con nuestras oraciones, ejemplos y palabras por su conversión.
Meditar y rezar la oración final.
Día 7 María, alivio de las almas del purgatorio
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
Oración de este día
¡Oh santísima Virgen María, Reina del purgatorio!, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar a Dios por las almas del purgatorio, especialmente por las más abandonadas. Encomendamos a la inagotable ternura de vuestro maternal Corazón todas las almas que padecen en aquel lugar de purificación, en particular las de todos nuestros allegados y familiares y las más abandonadas y necesitadas; alíviales sus penas y llévalas pronto a la región de la luz y de la paz, para cantar allí perpetuamente vuestras misericordias.
Meditar y rezar la oración final.
Día 8 María, Reina del Rosario
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
Oración de este día
¡Oh santísima Virgen María!, que en vuestra última aparición te diste a conocer como la Reina del Santísimo Rosario, y en todas ellas recomendaste el rezo de esta devoción como el remedio más seguro y eficaz para todos los males y calamidades que nos afligen, tanto del alma como del cuerpo, así públicas como privadas. Infundid en nuestras almas una profunda estima de los misterios de nuestra Redención que se conmemoran en el rezo del Rosario, para así vivir siempre de sus frutos. Concédenos la gracia de ser siempre fieles a la práctica de rezarlo diariamente para honraros a Vos, acompañando vuestros gozos, dolores y glorias, y así merecer vuestra maternal protección y asistencia en todos los momentos de la vida, pero especialmente en la hora de la muerte.
Meditar y rezar la oración final.
Día 9 El Inmaculado Corazón de María
Comenzar con el ofrecimiento y la oración preparatoria.
Oración de este día
¡Oh santísima Virgen María, Madre nuestra dulcísima!, que escogiste a los pastorcitos de Fátima para mostrar al mundo las ternuras de vuestro Corazón misericordioso, y les propusiste la devoción al mismo como el medio con el cual Dios quiere dar la paz al mundo, como el camino para llevar las almas a Dios, y como una prenda suprema de salvación. Haced, ¡oh Corazón de la más tierna de las madres!, que sepamos comprender vuestro mensaje de amor y de misericordia, que lo abracemos con filial adhesión y que lo practiquemos siempre con fervor; y así sea vuestro Corazón nuestro refugio, nuestro consuelo y el camino que nos conduzca al amor y a la unión con vuestro Hijo Jesús.
Meditar y rezar la oración final.