La contemplación de las imágenes sagradas facilita la súplica y mueve a dar gloria a Dios. El fiel tiende a imprimir en su corazón lo que contempla en sus ojos.

Según el Beato Alano de la Rupe, estas son las promesas de Nuestra Señora para quienes rezan frecuentemente y con devoción la oración mariana:

1. Aquellos que recen con enorme fe el Rosario recibirán gracias especiales.

2. Prometo mi protección y las gracias más grandes a aquellos que recen el Rosario.

3. El Rosario es un arma poderosa para no ir al infierno: destruye los vicios, disminuye los pecados y nos defiende de las herejías.

4. Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios para las almas, rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su deseo por las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.

5. El alma que se encomiende a mí en el Rosario no perecerá.

6. Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una muerte violenta, y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna.

7. Aquel que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.

8. Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su muerte encontrarán la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la muerte participarán en el paraíso por los méritos de los Santos.

9. Libraré del purgatorio a a quienes recen el Rosario devotamente.

10. Los niños devotos al Rosario merecerán un alto grado de Gloria en el cielo.

11. Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario.

12. Aquellos que propaguen mi Rosario serán asistidos por mí en sus necesidades.

13. Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mí al rezar el Rosario tendrá como intercesores a toda la corte celestial en vida y a la hora de la muerte.

14. Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesús Cristo.

15. La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía.

Un hacendado portugués, Antonio Farías de Sá, vecino de la ciudad de Córdoba del Tucumán, encargó a un paisano suyo, residente en Pernambuco (Brasil), una imagen de la Virgen María en la advocación del misterio de la Purísima Concepción para ser expuesta a la veneración en la capilla que estaba construyendo en su estancia del pago de Sumampa (Santiago del Estero). Desde Brasil se le envió la imagen pedida y otra más de la Maternidad de la Virgen, acondicionadas separadamente en dos cajones, que desde el puerto de Pernambuco fueron transportadas a Buenos Aires en el navío del capitán Andrea Juan, el cual arribó a destino por el mes de marzo de 1630.

En el camino real a Córdoba, allá por principios del mes de mayo, cuando la tropa de carretas se encontraba a orillas del Río Luján, en un paraje denominado del “Árbol sólo”, la imagen que representaba la Inmaculada Concepción determinó quedarse milagrosamente en aquel lugar para amparo y veneración de los pobladores de la zona. Convirtiéndose con el paso de los años en Patrona del antiguo Virreinato del Río de la Plata; y luego de las repúblicas hermanas de Argentina, Uruguay y Paraguay.

Los bueyes de la carreta que transportaba las imágenes en un momento no pudieron siquiera moverse. Descargado una de los cajones continuaba sucediendo lo mismo. Pero al hacerlo con el que contenía la Inmaculada Concepción, la carreta rodó sin dificultad alguna. Lo mismo sucedió cuando colocaron arriba el otro cajón con la Maternidad, por lo que continuaron el viaje con ella sola hasta su destino final, los pagos de Sumampa. Este es precisamente el origen del Santuario de Ntra. Sra. de la Consolación de Sumampa, en la provincia de Santiago del Estero, compañera de viaje de la Inmaculada Concepción de Luján.

El primer sentimiento que embargó el corazón de los troperos y demás personas presentes fue el asombro; y después de las consabidas demostraciones de devoción y respeto, entendiendo que aquella imagen de la Purísima Concepción deseaba quedarse en ese preciso lugar, resolvieron trasladarla a la casa de la estancia de la familia Rosendo. Se trataba de la población más próxima a la vera del camino real, llamada también entonces, por su ocupante actual, de Bernabé González Filiano. Allí la depositaron, en el mejor lugar de la vivienda, y le improvisaron un precario altar, donde comenzó a ser venerada la Santa Imagen.

Tomado de: Juan Guillermo Durán, De la frontera a la Villa de Luján. Los comienzos de la gran Basílica. Jorge María Salvaire, CM (1890-1899)’.

Fiesta: 8 de mayo

Rosario perfumado con cajita - Virgen de Luján

$8.450,00
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Según el Beato Alano de la Rupe, estas son las promesas de Nuestra Señora para quienes rezan frecuentemente y con devoción la oración mariana:

1. Aquellos que recen con enorme fe el Rosario recibirán gracias especiales.

2. Prometo mi protección y las gracias más grandes a aquellos que recen el Rosario.

3. El Rosario es un arma poderosa para no ir al infierno: destruye los vicios, disminuye los pecados y nos defiende de las herejías.

4. Se otorgará la virtud y las buenas obras abundarán, se otorgará la piedad de Dios para las almas, rescatará a los corazones de la gente de su amor terrenal y vanidades, y los elevará en su deseo por las cosas eternas. Las mismas almas se santificarán por este medio.

5. El alma que se encomiende a mí en el Rosario no perecerá.

6. Quien rece el Rosario devotamente, y lleve los misterios como testimonio de vida no conocerá la desdicha. Dios no lo castigará en su justicia, no tendrá una muerte violenta, y si es justo, permanecerá en la gracia de Dios, y tendrá la recompensa de la vida eterna.

7. Aquel que sea verdadero devoto del Rosario no perecerá sin los Sagrados Sacramentos.

8. Aquellos que recen con mucha fe el Santo Rosario en vida y en la hora de su muerte encontrarán la luz de Dios y la plenitud de su gracia, en la hora de la muerte participarán en el paraíso por los méritos de los Santos.

9. Libraré del purgatorio a a quienes recen el Rosario devotamente.

10. Los niños devotos al Rosario merecerán un alto grado de Gloria en el cielo.

11. Obtendrán todo lo que me pidan mediante el Rosario.

12. Aquellos que propaguen mi Rosario serán asistidos por mí en sus necesidades.

13. Mi hijo me ha concedido que todo aquel que se encomiende a mí al rezar el Rosario tendrá como intercesores a toda la corte celestial en vida y a la hora de la muerte.

14. Son mis niños aquellos que recitan el Rosario, y hermanos y hermanas de mi único hijo, Jesús Cristo.

15. La devoción a mi Rosario es una gran señal de profecía.

Un hacendado portugués, Antonio Farías de Sá, vecino de la ciudad de Córdoba del Tucumán, encargó a un paisano suyo, residente en Pernambuco (Brasil), una imagen de la Virgen María en la advocación del misterio de la Purísima Concepción para ser expuesta a la veneración en la capilla que estaba construyendo en su estancia del pago de Sumampa (Santiago del Estero). Desde Brasil se le envió la imagen pedida y otra más de la Maternidad de la Virgen, acondicionadas separadamente en dos cajones, que desde el puerto de Pernambuco fueron transportadas a Buenos Aires en el navío del capitán Andrea Juan, el cual arribó a destino por el mes de marzo de 1630.

En el camino real a Córdoba, allá por principios del mes de mayo, cuando la tropa de carretas se encontraba a orillas del Río Luján, en un paraje denominado del “Árbol sólo”, la imagen que representaba la Inmaculada Concepción determinó quedarse milagrosamente en aquel lugar para amparo y veneración de los pobladores de la zona. Convirtiéndose con el paso de los años en Patrona del antiguo Virreinato del Río de la Plata; y luego de las repúblicas hermanas de Argentina, Uruguay y Paraguay.

Los bueyes de la carreta que transportaba las imágenes en un momento no pudieron siquiera moverse. Descargado una de los cajones continuaba sucediendo lo mismo. Pero al hacerlo con el que contenía la Inmaculada Concepción, la carreta rodó sin dificultad alguna. Lo mismo sucedió cuando colocaron arriba el otro cajón con la Maternidad, por lo que continuaron el viaje con ella sola hasta su destino final, los pagos de Sumampa. Este es precisamente el origen del Santuario de Ntra. Sra. de la Consolación de Sumampa, en la provincia de Santiago del Estero, compañera de viaje de la Inmaculada Concepción de Luján.

El primer sentimiento que embargó el corazón de los troperos y demás personas presentes fue el asombro; y después de las consabidas demostraciones de devoción y respeto, entendiendo que aquella imagen de la Purísima Concepción deseaba quedarse en ese preciso lugar, resolvieron trasladarla a la casa de la estancia de la familia Rosendo. Se trataba de la población más próxima a la vera del camino real, llamada también entonces, por su ocupante actual, de Bernabé González Filiano. Allí la depositaron, en el mejor lugar de la vivienda, y le improvisaron un precario altar, donde comenzó a ser venerada la Santa Imagen.

Tomado de: Juan Guillermo Durán, De la frontera a la Villa de Luján. Los comienzos de la gran Basílica. Jorge María Salvaire, CM (1890-1899)’.

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